miércoles, 12 de abril de 2017

El Sábado estaba anonadada,
habíamos caído en espiral.
Para el Domingo me sentía ansiosa,
tenía curiosidad.
El Lunes estaba desesperada,
quería la verdad.
Para el Martes...
ya nada fue igual.

Hoy es Miércoles, sigo esperando, sigo buscando.
Mañana es Jueves, será forzado.
Quizás el viernes podré estar a tu lado.
En todo caso, el Sábado habré olvidado.


martes, 11 de abril de 2017

Así que éste es el principio del fin, cierto?
Me lo pregunto cada día, cada hora y cada segundo,
desde aquel día.

Se suponía que la idea era dejarte ser
después de aquella caída.

La idea era dejarme ser libre sin pretensión alguna.

Ahora, volvemos al principio del nuevo fin?
Dijiste que cambiarías.

Sigo sentada, en mi habitación vacía,
esperando,
ansiando,
desesperando.

Muchos saben de ti por lo que he contado, envuelto en cierto anonimato.

Pocos siquiera se imaginarían que aquel personaje que de vez en vez recito, eres tú.

Quizás puedo contabilizar a tres que conocen nuestra verdad a medias.

Sé que todos pensarían que las cosas serían mi culpa, porque nadie, ni siquiera yo, ha descifrado tu incógnita.

jueves, 23 de febrero de 2017

Salud por la dulce venganza

Probablemente sepas que el título de ésta entrada es una cita de un disco de My Chemical Romance, pero eso no es relevante si analizamos el contexto de la sentencia: Salud por la dulce venganza.

Hola.

Mi nombre es Fernanda, tengo 24 años. Suelo presentarme al contar mis anécdotas como si no supieras quien soy, porque al final, nadie conoce a nadie.

Hoy te contaré acerca de la mayor maldad que he hecho en la vida; maldad que acaba de tener éxito hace apenas dos minutos y de la cual estoy bastante orgullosa como si fuera una madre que se regocija en un festival del preescolar de su criatura. 

Todo comenzó en el mes de noviembre de 2016, no recuerdo la fecha exacta. Mi antiguo jefe me invitó a comer junto con algunos de los personajes que están a su cargo, muchos de ellos, gente apreciada y amigos -o al menos creía que lo eran-, sin que deba pasarse desapercibido que el exceso en la bebida es algo bastante común para todos. Yo perdí ese día.

Volví en mí ya en casa, arrepintiéndome de una cosa que seguro sí recordaba: yo ahí, en el asiento trasero de un auto, besándome con uno de mis mejores amigos -creía yo-. No fue la luz del sol la que me despertó de tan profunda inconsciencia, si no el sonido de mi teléfono anunciando lo peor... el también lo recordaba y quería más.

Así transcurrieron los días y las noches, y, como suele suceder con estas cosas, ese beso no terminó ahí, ojala hubiese terminado ahí, pero no lo hizo. Fuimos victimas de un juego de poder, donde ambos nos entendíamos lo suficiente para comprender las cosas que nos harían daño, lo que él no sabía es que ya era muy tarde para rebobinar el tiempo: estaba enganchada.

Pude haber jurado que era amor, porque ya no me importaba quien supiera, quien se diera cuenta, o lo que dijeran todos al momento de hacerlo público, a pesar de que lo "nuestro" podría ser algo bastante incomodo para algunos. Y se lo dije, un día al amanecer... el ultimo día. 

- Te quiero.
- Yo también.
- Ya no me importa quien lo sepa.
- Lo sé.

Ojalá nunca hubiera dicho nada. Ojala hubiera esperado una hora más, porque ese mismo día descubrí lo inimaginable: yo no conocía a la persona que estaba abrazándome desnuda al amanecer. 

Fue bastante sencillo descubrir la verdad: Él tenia una relación seria con una madre soltera, y esas señoras son de las que se aferran a un hombre con potencial de padrastro que las haya aceptado con todo y "bendición". La guerra estaba perdida.  

Yo estaba herida y devastada, no por una supuesta infidelidad, porque en sí yo era la otra, así que no tenía caso ponerse en zapatos ajenos. Me sentí así porque él no tuvo ni el más mínimo tacto para decirme la verdad desde un principio, y darme oportunidad de ponderar los beneficios y las desventajas de ser su amante, ya sea por amistad, ya sea porque crecimos del mismo árbol. No, únicamente calló y adoptó la idea de dejar hacer, dejar pasar. 

Me tomó semanas tratar de entender el problema de origen y buscar una solución alcalina que me permitiera poder estar en la misma habitación que un hombre al que tendría que ver por lo menos 20 años más. La encontré, se llamaba venganza y manipulación, porque repito, nos entendíamos lo suficiente para comprender las cosas que nos harían daño, así que yo jugué con eso y me convertí en la cosa que más adora un hombre de su calaña: una mujer vulnerable en serios problemas.

Todo comenzó con una idea que se fue tornando en broma entre mis más cercanos amigos:

- Y si compro una prueba de embarazo positiva y le hago creer que estoy embarazada?

Una idea, una sugerencia, que se convirtió en el calvario de aquel amigo mío. Aquello me costo tan solo $300.00 pesos.

- No lo quiero tener, pero no tengo dinero para el aborto.- Repliqué.

- No te preocupes, investiga en cuanto sale, busca lugares y yo te ayudo con lo del dinero.


Investigué lo conducente y realmente me sorprendió lo barato que puede ser el procedimiento aludido, y la variedad de precios y clínicas que existen en el mercado de la legalidad, el monto máximo que encontré: $6,900.00 ILE Servicio Plus, en Marie Stopes.

Llegó la tan ansiada fecha de la supuesta cita médica, y él acaba de hacerme el deposito bancario. Tómalo como engaño, o poca vergüenza, yo lo denomino indemnización por daño moral.

Lo bueno o malo de todo es que, al final, tendré que seguir sonriendo para la persona que más daño me ha hecho hasta el momento.